No me gusta
la expresión “madurez” cuando hay que aplicarla a una persona o sociedad. No se
debería llegar a pensar que se es maduro, porque una fruta que ha alcanzado tal
adjetivo, ha topado con su punto álgido, su máxima plenitud, y en ese momento
ya solo hay una alternativa, pudrirse y desprenderse del árbol. Cuando una
fruta está totalmente madura, es el momento en el que más llama la atención de
los depredadores, cuando más dulce está, y coincide con su tramo más
vulnerable. Llegados a este punto nos quedan dos alternativas: pensar que somos
maduros, o buscar una evolución. La alternativa a tener una fina piel de
derechos, o a evolucionar y forjar nuestra coraza con espinas; espinas como la
banca pública, espinas como mantener la sanidad y la educación pública, espinas
como sueldo máximo interprofesional, espinas para combatir contra esos voraces
depredadores capitalistas.
Por eso
nunca hay que pensar que se ha llegado a ese sistema de madurez, siempre se debe albergar una
nueva esperanza en seguir mejorando y cambiando nuestro estado, siempre se
podrá conseguir una democracia como en la que se rezaba en la Francia del siglo XVIII,
con más libertad, con más igualdad y con más fraternidad. Y debemos saber que errores
hemos cometido, y podríamos volver a cometer. Por eso, si un depredador atrapa
y consigue acabar con la parte más dulce y carnosa de nosotros, e incluso nos
derriba del árbol, siempre nos quedará la semilla. Todavía tenemos savia,
tenemos sangre con la que tejer el entramado que nos puede llevar a
evolucionar.
No me gusta
la expresión “madurez” cuando hay que aplicarla a una persona o sociedad, pero
quizás sí cuando haya que aplicarla a un sustantivo, ese nombre propio que
puede seguir con la evolución y revolución bolivariana, que siga construyendo
esas espinas anticapitalistas y socialistas, que mantenga el pulso contra el
imperio y no deje decaer los logros del comandante. Dicen que el ser humano
aprende observando e imitando, así es como se madura, espero que en mi país se
tome ya a los depredadores como lo que son, y que tomemos un buen ejemplo de
esas espinas que están forjando en Latinoamérica. Espero que hagamos también
nuestra, su re-evolución.